
¡Alerta: Cierre de Bibliotecas!
Por: Laura Ortiz
Bibliotecóloga
Panama Canal Museum
En tiempos de censura, división política y manipulación de la información, ésta es probablemente una realidad de la cual no estamos muy lejos de llegar, nuevamente.
En el transcurso de la humanidad, diferentes sociedades han experimentado incontables esfuerzos para lograr la censura de libros y cualquier pensamiento que vaya en contra de los sistemas de creencias impuestos, sobre todo por gobiernos totalitarios o con tendencias autoritarias. Es bien sabido que, en tiempos de crisis social, lo primero que se ve amenazado es la libre expresión, la proliferación de ideas y cualquier conocimiento que cuestione o vaya más allá de lo que está siendo impartido. Es aquí donde las bibliotecas juegan un papel importante en defender la libertad de ideas y el conocimiento a toda costa.
Para poder comprender la realidad actual sobre este tema, es prudente hacer un breve recuento de algunos acontecimientos históricos en los que la censura ha alcanzado a instituciones como las bibliotecas, amenazando la preservación del material bibliográfico y atentando contra la cultura y el conocimiento humano.
No tenemos que ir muy lejos. En el siglo pasado la Segunda Guerra Mundial fue escenario de múltiples censuras al libre conocimiento que aportan las bibliotecas. Una de estas fue la quema de miles de libros en 1933 promovida por las políticas del Tercer Reich, con el fin de eliminar libros y publicaciones que el partido Nacionalsocialista consideraba subversivos y adversos a sus objetivos. Para el Nazismo, las bibliotecas representaban una amenaza para su régimen, razón por la que tomaron control de estas, logrando incluso el cierre de varias durante su ocupación en distintas ciudades europeas.
Otro episodio fascinante y poco conocido en este mismo escenario, fue el rol que jugó la Biblioteca Americana de Paris. Aunque, constantemente vigilada y en ocasiones amenazada, mantuvo abiertas sus puertas durante toda la guerra, inclusive tenía un programa llamado “Soldier’s Service” en el que los colaboradores de la biblioteca y algunos voluntarios se encargaban de enviar libros como apoyo emocional a las tropas británicas y francesas que se encontraban en los frentes. Luego, este programa fue cancelado por las nuevas regulaciones implementadas durante la ocupación Nazi; entre estas, estaba la prohibición de los judíos en dicha institución. Ante tal situación, Dorothy Reeder, directora de la Biblioteca Americana, se las ingenió junto a su equipo para proporcionar libros, clandestinamente, a los miembros judíos de la biblioteca que se encontraban escondidos en la ciudad.
A esta historia se suman otras similares, como la censura de libros y conocimiento científico por parte de la Santa Inquisición con su Índex Librorum Prohibitorum la fuerte censura en la Antigua Unión Soviética, la destrucción o censura de libros de filosofía, ciencia y literatura occidental durante la Revolución Cultural en China (1966-1976) y así podemos seguir mencionando otros casos en los que las bibliotecas se ven amenazadas y se convierten en espacios en donde la información es limitada y el único objetivo es acatar las normas impuestas.
Actualmente, la prohibición de información y libros en las bibliotecas vuelve a estar presente en algunos países y sigue siendo un fenómeno preocupante. Esta situación surge por las agitaciones sociales, políticas y culturales que estamos viviendo alrededor del mundo. Un ejemplo claro de lo inquietante del panorama es la pronunciación realizada hace unas semanas por parte de la American Library Association (ALA) en la que afirma que la censura de libros hoy en día es real, que hay estudiantes que no pueden solicitar algunos clásicos de la literatura, bibliotecarios que han perdido su trabajo por defender el derecho a la lectura, entre otros escenarios. ALA también declaró que:
“Todos, en cualquier parte, independientemente de la edad, el origen o ideas políticas, merecen tener acceso a la información desde una amplia gama de perspectivas y a libros que reflejen sus experiencias de vida. Las bibliotecas han proporcionado ese acceso durante cientos de años. No dejaremos de ofrecer acceso al mundo de las ideas y no cederemos en la defensa del derecho constitucional de todos a acceder y leer cualquier idea sin la censura del gobierno” .
Según lo expresado por esta institución con una trayectoria de más de 140 años, podemos corroborar que las bibliotecas son objetivos naturales de los gobiernos totalitarios y autoritarios, por el simple hecho de ser consideradas como unas de las instituciones más democráticas que existen dentro del engranaje de una sociedad. Estas representan el surgimiento e intercambio de nuevas ideas, espacios seguros y de aprendizaje para la comunidad. Son por excelencia las que custodian, preservan, y difunden la memoria bibliográfica de un país y por ende la memoria de la humanidad. No son solo guardianas del conocimiento, sino que representan un símbolo de libertad y resistencia frente a la censura del intelecto y a la manipulación de la información.
Si bien es cierto, cada sociedad tiene creencias y códigos morales diferentes, esto no debe interpretarse como una licencia para prohibir o censurar a quienes cuestionen o no compartan los mismos ideales. Las bibliotecas deben encargarse de brindar acceso al conocimiento y es ahí donde nos recae la responsabilidad de investigar, analizar y hacer un buen uso de la información como ciudadanos. Instituciones como ALA y otras organizaciones que defienden la libertad de expresión, siguen luchando y educando contra los intentos de censura en Estados Unidos y muchos otros países, resaltando la importancia de proteger estos centros democráticos.
Lejos de ser simples lugares donde colocar libros y olvidarlos, las bibliotecas son el reflejo de una sociedad que cree en la igualdad y el acceso a las ideas. Hoy en día son espacios dinámicos, en donde se realizan talleres, investigaciones, debates, y un sinfín de actividades al alcance de todos. Además, estos espacios y sus libros nos permiten conocer los matices de la experiencia humana, conocimiento vital que fomenta la empatía, el respeto y la comprensión. Por todas estas razones y más, debemos permanecer alertas para defender estos bastiones de la democracia intelectual, porque sin ellas perderíamos nuestra memoria y estaríamos condenados a vivir en la ignorancia.